En la serena atmósfera de la capilla, las velas titilaban con suavidad mientras la luz se filtraba a través de los vitrales, tejiendo un manto de colores sobre los fieles congregados.
En el centro de todo, reposaba un pequeño ser, envuelto en la pureza de su inocencia, esperando ansioso el momento que cambiaría su vida para siempre: su bautizo.